"El jaque es una jugada de amenaza de captura, y solo hay tres formas de evadirla. Puedes interponer una pieza entre la agresora y la agredida, capturar la pieza agresora, o moviendo la pieza agredida. Si ninguna de las tres formas anteriores es posible, se habla entonces de un jaque mate."

Calendario Interno

Día: Jueves 28 de Diciembre de 2007
Hora: 23.30
Tiempo: Lluvioso
Lugar: Knight's Hollow

NO QUEDAN PLAZAS

; Jaque Mate
; Entrar
; Argumento
; Creación de Personaje
; Normas
; Cómo Jugar
; El Pueblo
; Habitantes
; Resúmenes





Quinn McKee. 24 años. Enfermera. Es una chica realmente agradable en general. Soporta bien las bromas, pero si se repiten frecuentemente explota en pequeños ataques de ira para poner al gracioso en su sitio. Siempre busca compañía, porque cuando se queda a solas todo se torna peligroso para ella.


Marcus Atkins. 67 años. Escritor. Serio, educado y extremadamente tranquilo. Puede parecer un hombre inexpresivo y solitario, pero si entablas una conversación con él te das cuenta de que es amable, atento y correcto. Ingenioso y muy astuto, lo acompaña esa aura de misterio que le da el escribir novelas de terror.


Dunne Morgan. 19 años. Estudiante de periodismo. Atrevida, extrovertida y muy habladora, Dunne puede llegar a ser incluso insolente. Desvergonzada y muy, muy entrometida; siempre mete las narices donde no la llaman. Es muy aguda, pero también mentirosa, aunque suele mentir con astucia. Valiente, parece no tenerle miedo a nada.


Michael Murdoch. 30 años. Matemático. Sumamente callado e introvertido, vive en su propio mundo. Suele analizarlo todo, observando como los demás actúan mientras él espera su momento. Su alarma interna salta ante el menor peligro, y su lema es el "sálvese quien pueda". Altamente influenciable.


Carrie Buckley. 22 años. Actriz en paro. Aparenta que la sofisticación y la elegancia escapan por cada poro de su tersa piel. Malcriada por padres ricos, es presumida y arrogante hasta el punto de llegar a ser estúpida e insufrible. Tras participar en su adolescencia en algunas películas -en la mayoría de ellas sólo decía un par de frases- los aires de grandeza se le han subido a la cabeza. Muy dependiente e insegura, necesita que la adulen constantemente. Y por conseguirlo, no dudará en hacer lo que sea.


Shane O'Toole. 53 años. Detective Investigador.Activo, inteligente, sensato y orgulloso. En un hombre que enseguida adopta el rol de líder cuando la situación lo requiere. Se caracteriza por ser extremadamente detallista con todo lo que hace y se obsesiona con ello. Todo debe estar perfectamente planeado y todo debe salir como estaba previsto. Un leve cambio en cualquiera de sus planes o en sus suposiciones le irrita y se vuelve momentáneamente intratable.


Alexandra (Alex) Grey. 31 años. Heredera de una importante familia dedicada a la construcción. Seria muy seria es lo que más la define. Su humor suele ser algo agrio e irónico. Odia a los débiles, tanto de personalidad como de forma física. Es muy meticulosa y no le gusta dejar cabos sueltos en absolutamente nada. Jamás pide perdón, es una muestra de debilidad. Lo único que le hace sonreír es sus dos sobrinos gemelos (chico y chica).


Gabriel (Gabe) March. 28 años. Prestidigitador y escapista. Es elocuente, agradable y carismático, lo cual le da bastante ventaja a la hora de ganarse a la gente en sus espectáculos. Aunque se pudiera pensar que como mago la picardía y el engaño son su principal arma, suele causar buena impresión en la gente. Entusiasta de los juegos de manos y todo tipo de trucos incluso fuera de los escenarios, está siempre haciendo el tonto y riéndose. Aún así, como todo el que se dedica a la magia y lo oculto, también posee una extraña aura de misterio flotando a su alrededor.


Uxía Tesouro. 29 años. Arquitecta. Tímida en un principio y aparentemente predecible, sólo aparentemente. Muy dulce y pendiente de la seguridad del resto, muy respetuosa y prudente. Quizás un poco desconfiada y callada. Muy fantasiosa y risueña. Siempre en su mundo particular..


Josh Mauer. 42 años. Camarero. Servicial, amable e incluso tímido o retraído, incapaz de demostrar el rápido cariño que coje a las personas. Siempre parece rodeado de una extraña tristeza, profundizada por su rostro algo demacrado que lleva a pensar en asuntos de drogas. En general parece hiperactivo, es incapaz de estar quieto e intenta dar lo mejor de sí mismo. Siempre hay una media sonrisa en su rostro.


Alice Loire. 28 años. Empresaria. BSeria, borde, persuasiva y seductora, es elegante y estilosa. Es interesada, fría y paciente, tiene una mente privilegiada para los planes. Nunca pierde los estribos, y sabe sacarle provecho a todo. Tiene un poder nato para mentir, y un don de gentes. Es algo mimada y siempre ha vivido entre algodones, así que está acostumbrada a tener lo mejor. Se le da bien imponerse y tiene dotes naturales de líder, sabe como ser superior a cualquiera, hombre o mujer.


Jareth Smith. 42 años. Guitarrista y cantante rock. Es excéntrico, sarcástico y algo cruel. Tiene un humor muy ácido. Es descarado, pero tiene un punto que te atrae irremediablemente hacia él. Es teatrero, mentiroso y algo exagerado. Adicto a la marihuana desde los trece años. Tiene una voz preciosa, desgarrada pero muy agradable. Es fanático de los tatuajes. Cree que el mundo se va acabar en cada fin de año.


Elizabeth (Liz) Green. 43 años. Relaciones públicas de una empresa farmacéutica. Muy profesional, hasta el punto de parecer sosa. Cuando su rutina diaria se rompe, su caracter es más inestable que una pirámide de cartas.



Seth Maidden. 37 años. Policía. Seth es muy independiente, desconfiado y serio. Tiende a exagerarlo todo y todo tiene que tener su lado negativo. Dentro de la seriedad que puede llegar a mostrar a los demás, Seth es una persona amistosa y c omprensiva aunque al principio cueste romper un poco esa coraza dura. Aquellas personas allegadas a él saben como es realmente y es que Seth no tiene termino medio: un día puede ser la persona mas perfecta del mundo, y al siguiente el mayor cabronazo que existe en la faz de la tierra. Es terco como nadie y cuando algo se le mete en la cabeza hace todo lo posible por llevarlo a cabo. Despreocupado e inteligente, a lo largo de sus 37 años ha leído todo tipo de libros y ha viajado a muchos sitios sabe con quien debe moverse y con quien no. Un hombre de contactos.


Nicholas Absalon. 31 años. Cazarrecompensas. Bastante irónico y parlanchín, aunque eso no le impide tener la sangre fría a la hora de hacer un trabajo.




>Jacqueline.
miss.extravagance@hotmail.com. Master de Jaque Mate, soy aspirante a dictadora mundial bajo mi propia doctrina. Profeso un odio ancestral e irracional hacia los emos, y mi arma mortal es una motosierra. Ante cualquier duda, agrégame. No muerdo.


Zooey.
lady.mallister@gmail.com.
Orgullosa hija de Chuck Norris y del mar Cantábrico. Sus manos de acero son capaces de partir sandías por la mitad de un solo y limpio golpe.




Lu.
lu_sinsombra@hotmail.com.
lala lalita lala. pongo esto porque sino no se que le pasa a la fotito de keyh, pero que se pone encima de la de lu, y ya sabemos que a lu no le gusta que le invadan su territorio, ya que es capaz de empalar a alguien metiéndole una espada ardiendo en el culo, como a Eduardo II. HAMSTERRRR.



Ivy.
lala_prewett@hotmail.com.
Alumna de la Gran Maestra Oscura Lore, ha sabido seguir los pasos de su mentora por el camino del mal. Es una experta buscadora de imágenes en general, y en sus días de inspiración es capaz de inventar planes malévolos preparados para resucitar hasta a un muerto (literalmente). Usa su poder de freír cerebros como arma mortal.



Tribuleta.
maradp@terra.es.
PeQueña muñeca gallega al servicio del mundo entero, pídasele lo que desee que si está en su mano ella lo dará. Con una ética y moral elevadas… un poco machucadas a causa de ciertos personajes que por estos rols se pasean… 8-). Obsesa del chocolate y las piruletas… fiel agasalladora de piruletas a gente triste.



Keiran.
keyh.89@gmail.com.
Proviene de Kripton y su misión en este planeta es la de aniquilar a la hija de Chuck Norris, enviada por el mismo Diablo para partir en dos todas las Sandías del mundo.



Andy.
ninfas19@hotmail.com.
Una guiri de los madriles perdida en una isla infernal, he llegado hasta aquí para llevar a cabo el secuestro y la abducción de Keiran. Por supuesto después de ayudarle a asesinar a la hija de Chuck Norris y salvar a las sandías del mundo. Lo que no sabe es, que también abduciré todas las sandías de la tierra porque nunca estarás lo suficientemente seguras. xDDD (Por cierto la de la imagen soy yo con 3 años) A QUE ERA UNA MONADA!!!! *_*


Lair.
Yo_molon_4@hotmail.com.
Mido 1,74 mi pelo es rubio Escondido( Y no castaño como pensais todos!! T.T) ASpiro a que todo el mundo me quiera y al que no, le meto en mi camara secreta , le ato a una cama y le pongo una grabación que se repite siempre diciendo: quiero a Miguel. Soy de lo mas goloso que hay(mirar el ejemplo del algodón de azucar), y en mi foto salgo con el remolino por ahí por ke me costo bajarlo un poco, nada mas que decir... que hambre me ha dado....





septiembre 2008





; Dirty Little Secret
; Sangre Fría
; Acrisius
; Obnoxiously
; Reality Commotion
; Psycotik
; link

¡Afílianos!



Comunicado
miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mis queridos jugadores de Jaque Mate,

Le he dado muchas vueltas a la cabeza, y sopesando todos los pros y los contras, he llegado por fin a una conclusion: no puedo hacerme cargo de JM. A algunos ya os lo habia comentado por msn, a otros no... pero casi no tengo tiempo por culpa de la universidad, y el que sea mi primer año me dificulta mucho las cosas. Siento no poder seguir con ello, pero... bueno, al menos la ficha no fue una matada.

Muy a mi pesar,

Jacqueline.

PD: Rivs, muere por todas las faltas de acentos. No me va bien el teclado.


0 comentarios

Gabriel March.
domingo, 21 de septiembre de 2008

Gabriel March.

|Abadía del Señor Collins|

- Gabriel March. Pero llámame Gabe. -Se presentó, manteniendo su postura amable.- Tu misma lo has dicho, esas historias solo están en tu cabeza. No tienen porqué ser reales.

Las cartas se deslizaban con rapidez entre sus dedos, cambiándolas de lugar una y otra vez hasta que finalmente le tendió la baraja a la muchacha y, sin decir palabra, le dio a escoger una carta cualquiera. Resultó ser una sota de oros, que ambos vieron. Gabe sonrió. 

- Fíjate, por ejemplo, en la magia. ¿Realmente el mago saca un conejo de una chistera?  ¿O puede hipnotizar a una persona? ¿Y salir de un recinto lleno de agua? Si es muy hábil, tu mente puede llegar a pensar que es real pero solo se trata de un truco, de un engaño. La mente puede ser manipulada muy fácilmente y creer cosas que no existen en realidad. Lo mismo pasa con el miedo. Es como el mago que lleva ya muchos años de experiencia sobre el escenario. Puede colarse en tu mente con total facilidad y hacerte ver y creer cosas que realmente no están allí. 

Pasó su mano por encima de la carta. Cuando la retiró, ésta habia cambiado. La sota ya no sostenía una enorme moneda, sino que cogía una bonita rosa roja sin espinas. Gabe enarcó una ceja, fingiéndose sorprendido. Cuando repitió la operación, todo volvió a la normalidad. O quizás no. La sota ya volvía a tener la moneda. Pero en la mano de Gabe, acababa de aparecer una rosa de verdad. 

- ¿O tal vez sí?

Rió y le prendió la flor a Quinn en el pelo, en un gesto galante.

En ese momento apareció el extraño mayordomo, sonsacándole un breve sobresalto incluso a él. Gabe no pudo evitar mirar de reojo a la muchacha, a sabiendas de lo asustadiza que ella era ya de por sí, esperandose algún tipo de reacción exagerada por su parte. Sonrió, intentando infundir seguridad. Entonces, se levantó, guardando las cartas en el bolsillo y colocándose el sombrero en su cabeza; había un as teatralmente prendido de él. Muy propio de un mago ese tipo de excentricidad. 

- Y yo que pensaba que ya estábamos en el salón principal. ¿Hay otro algún más grande que este? Wow. Espero que tenga mesa de billar. -Le tendió un brazo a Quinn- ¿Vamos?

Etiquetas:



0 comentarios

Alex Grey


Alex perdió la mirada en las llamas, mientras sentía como el calor del fuego hacía que sus mejillas se tornases color carmín. Cuando el mayordomo entró en la estancia, Alex no se molestó en levantar la mirada, estaba claro que Aldo no iba a darles mucha información esa noche, así que sería mejor que comenzase a interesarse un poco por sus compañeros. Pronto una rubia con pinta de streaper se puso a replicar. Alex se puso de pié y se limitó a observarla.
- ¡Joder! Oyó que decía desde el pie de la escalera.
Alex miró su reloj, pasaban de las 23:30 y estaba algo cansada, así que decidió adelantarse a la rubia subiendo los escalones a paso ligero.

Etiquetas:



0 comentarios

Carrie Buckley

Carrie Buckley

|Salón de la Abadía - Subiendo a las habitaciones|

Aquella interminable y aburrida espera acabaría matándola, pensaba la rubia, mientras se llevaba una mano a la boca para disimular un bostezo. Entonces tuvo la sensación de tener unos ojos descarados clavados en ella y levantó la mirada, curiosa, para encontrarse con la de aquel atractivo hombre que paseaba por el salón.  Como siempre que se sentía admirada por alguien, el buen humor volvía a ella y le iluminaba el rostro. Le devolvió a Seth una sonrisa coqueta, mientras cambiaba el cruce de sus piernas de forma elegante y bien calculada.
 
Justo entonces, todos vieron aparecer por el umbral de la puerta al mayordomo de la Abadía. Carrie, por su parte, no pudo evitar sentise complacida. Tal vez sus quejas sobre el servicio sí que hubieran surtido algún efecto, pensó, y ahora fueran a recompensarles con una increíble cena o les condujeran a unas elegantísimas habitaciones donde podría darse un buen baño de espuma. O tal vez no. Porque el misterioso hombre había desaparecido en cuestión de segundos, dejándoles allí sin saber a donde dirigirse. Se puso en pie al mismo tiempo que otros de los allí presentes y golpeó con uno de sus tacones un par de veces en el pulido suelo, como vía de escape a su frustración y a su mal genio. 

- Que desfachatez. Ni siquiera nos dice donde queda el supuesto "Salón Principal". Si yo fuera la dueña de esta Abadía, habría despedido a ese incompetente hace ya mucho tiempo. -Continuó quejándose, mientras se alisaba una ridícula arruga de la falda y cerraba el broche de su bolso.- Paso de todo este jueguecito. Yo voy a subir a buscar mi habitación. Y más vale que mis maletas estén intactas, o pasaré de quejarme del servicio a asesinar al servicio. 

Dicho esto, salió de la estancia tras Mauer, pero en vez de seguirle se decantó por salvar la distancia que la separaban de las enormes escaleras de mármol al compás del choque de sus tacones sobre el pulido suelo a cada paso que daba y balanceando su rubia melena.  Apoyó una mano en la barandilla cuando subió los primeros escalones, más no tardó en retirarla con una mueca de asco y sacudirla enérgicamente, intentando quitarse el polvo que había manchado sus dedos. 

- ¡Joder!

Etiquetas:



0 comentarios

Master
miércoles, 17 de septiembre de 2008

Aldo entra en el salón, serio. Aunque algunos ya se han dado cuenta de que el mayordomo parece tener una cara totalmente inexpresiva, las apariciones silenciosas del hombre siempre desconciertan. Algunos dan un respingo y otros se alegran por su llegada, esperando la atención del servicio.

- Por favor, pasen al salón principal. Siento la espera.

Y, sin más, se va, sin dignarse a explicar donde está dicho salón. Hay quien, como Absalon, McKee y Morgan ya conocen la abadía, ya sea por investigación o por haberla explorado. Pero otros, como Smith o Grey, ni siquiera conocen bien el país.

Mauer se adelanta y sale del salón en busca de Aldo, pero en un intento por seguirlo se pierde entre los oscuros pasillos que se dirigen a las cocinas, no haciendo caso a las quejas de la mayoría de los invitados.

Los demás no sabéis que hacer, si buscar el salón, que está en la primera planta, o subir directamente a las habitaciones y dormir de un tirón acurrucados bajo las mantas. Vuestra es la elección.

Nota Master: Siento la tardanza y la poca información en la master, pero últimamente me falta tiempo para todo. Si teneis alguna duda o algo pensado y necesitais ayuda de algún pnj, mandadme un email. Dentro de poco empezarán las muertes.

ACLARACIONES:
Teneis tres opciones: o quedaros en el salón, o buscar el otro salón o subir directamente a las habitaciones.

Si os quedais en el salón: Es una amplia sala con una mesa alargada de madera, rodeada de sillas. Allí es donde desayunareis. Al fondo de la sala se encuentra la chimenea. Justo delante de ella hay dos sillones y un sofá. A parte de eso, hay estanterías empotradas en la pared de piedra, llenas de libros antiguos o bastante raros. Os doy la libertad de encontrar un libro extraño a gusto del escritor. Y, lo más importante, en ese salón se encuentra el tablero de ajedrez. No hay ninguna ficha tumbada, por lo que no hace falta que sospecheis a menos que tengais una mente muy retorcida.

Si buscais el otro salón: La primera planta de la abadía está compuesta por pasillos enrevesados. Podéis encontrar las cocinas, las escaleras que llevan al sótano, la biblioteca... Depende de lo que tengais pensado para vuestro personaje. Si teneis alguna duda sobre las habitaciones, preguntadme, que no muerdo.

Si subís a las habitaciones: Las escaleras son empinadas, y las habitaciones están en el tercer piso, por lo que tenéis todo el segundo para explorar también. En el segundo piso hay despachos, las habitaciones del personal, alguna que otra sala sin usar... Echadle imaginación, la abadía es muy grande y tiene mucho juego. Aún así, como lo de antes; si teneis dudas o no sabeis si esa habitación puede estar preguntadme.

Y he tomado una decisión. Si antes de la semana que viene no hay un mejor ritmo de posteo (se que no soy rápida subiendo masters, pero esta la subí hace días) cerraré el rol. Que tampoco os pido un post por día.


Etiquetas:



1 comentarios

Seth Maidden
miércoles, 10 de septiembre de 2008

Seth Maidden
:: Salón de la Abadía ::

Pasó tantísimo tiempo sentado que Seth no tocó ni un sólo sofá desde que llegó a aquél lugar. Estaba apoyado de espaldas a la pared y con la cabeza ladeada, mirando fijamente el fuego que desprendía la chimenea y que alumbraba el lujoso salón. Observaba aquellos destellos, pero su cabeza se había ido a otra parte. Aunque no por mucho tiempo. La gran puerta del salón se abrió y entró el que Seth esperaba que fuese el último invitado. Algunos se presentaron al recién llegado y él, sin embargo, decidió reincorporarse y comenzar a andar, bordeando el salón. No iba a molestarse en presentarse. Total. Ya no se acordaba ni de la mitad de los que conoció en el trayecto....

Detuvo el paso enfrente de un enorme cuadro y pasó el dedo índice por el borde del lienzo para luego mirarlo. Estaba casi congelado y tenía polvo acumulado de meses. ¿Para esto pagan al servicio?

Seth sacó el móvil que guardaba en el bolsillo interno de la chaqueta y miró la pantalla. No había cobertura y tampoco es que le sobrara la batería. Aún con el móvil en la mano se acercó de nuevo a la chimenea y buscó en el menú del teléfono la opción de la cámara fotográfica. Ahora recordaba porque se había comprado un teléfono de última generación.

Con móvil en mano alzó el brazo y se sacó una auto-foto. Cuando acercó el teléfono para ver el escalofriante resultado, se percató de que al fondo había una rubia (Carrie) que le llamó especialmente la atención. Cuando se giró para contemplarla en su total plenitud, aún mantenía la misma posición que en la foto.

Sin querer una pequeña sonrisa pícara se le dibujó en los labios.
"Vamos, tío, puede ser tu hija. Aunque no deja de estar buena por eso..." Pensó.

Etiquetas:



0 comentarios

Shane O'Toole
martes, 9 de septiembre de 2008

|Abadía - Salón|

- Encantado, Elizabeth -sonrió a la mujer que acababa de presentarse mientras estrechaba su mano.

Antes de que le diera tiempo a decir nada más, una mujer joven vestida con ropa elegante se acercó a Shane. Se presentó como Alice Loire y enseguida llamó la atención de Shane cuando se dio la vuelta y comenzó a contonearse por el salón. A pesar de ser un hombre entrado en años su líbido aún funcionaba, así que no pudo evitar seguirla momentáneamente con la mirada. sonrió y se volvió hacia ShaneElizabeth y se fijó en que no dejaba de vigilar su bolso.

- Tranquila, si desaparece yo lo encontraré, aunque me temo que no trabajo gratis -bromeó y dio un paso pasando de largo a Green. Después se sio la vuelta- Usted primero -dijo señalando el sillón en el que antes había estado Elizabeth. El se sentaría en el de al lado.

Mientras esperaba se rió disimuladamente con la conversación que el señor Marcus mantenía con Dunne y con aquel otro joven.

Etiquetas:



0 comentarios

Alexandra Grey


Alex podía observar a todos los integrantes de la estancia desde una oscura esquina. Las lenguas de fuego de la chimenea iluminaban bastante la estancia pero, aún así ella aún pasaba desapercibida.
No le gustaban los misterios y el hecho de estar encerrada con un montón de desconocidos en mitad de la nada, la obligaba a mantener todos sus sentidos alerta, observando a cada persona, escudriñando sus rostros…
Parecía que todos los invitados estaban por fin en la abadía, así que decidió dar un paso al frente dejándose ver por fin. Se acercó a la chimenea sin prestar atención a los demás y se arrodilló frente al fuego para calentarse las manos. El atizador estaba en un colgador al lado de la chimenea así que sin pensarlo y como si fuese una costumbre lo agarró y comenzó a atizar el fuego… la relajaba ver las llamas.


0 comentarios

Josh Mauer

Josh MauerJosh Mauer giró la cabeza hacia el cúmulo de gente.
¿Que hacía él entre tal elenco de personalidades? Él, un simplón camarero que tan sólo intentaba hacer bien su trabajo en un intento por empezar de nuevo. No tenía sentido y, aunque se sentía en parte alagado, una vocecilla en su cabeza le decía que su invitación no era exactamente como las demás.

Desde que había llegado, de los primeros y hecho un saco de nervios, se había apoyado en una de las paredes a mirar por la ventana. Salvo con los pocos que habían decidido ir a saludarle, él se mantuvo al margen, presentándose con un simple apretón de manos y una media sonrisa. - Encantado... Encantado, señor. Un placer. - Siempre con aquel tono animado, efusivo, que acrecentaba a pensar que andaba metido en las drogas.

Su aspecto, el de siempre.
Llevaba una chupa de cuero, con un par de parches en la espalda que no recordaba de donde habían salido. Alto y desgarbado, andaba un poco encogido. Y aunque podía llegar a ser un hombre apuesto, su rostro delgado y descuidado y las marcadas ojeras escondían sus encantos físicos. Parecía casi hiperactivo, no podía parar de moverse y los nervios no hacían más que hacerle golpear suavemente el suelo con el pie una y otra vez.

Alguien le ofreció un cigarrillo, dudando si debía aceptar o no. Estaba acostumbrado a no fumar delante de los clientes, y aquellos, en su mayoría, se parecían mucho a las personas con las que solía tratar. Pero se dijo a sí mismo que en aquel momento no se encontraba trabajando, y que podía permitírselo. Quizá así calmara los nervios.


0 comentarios

Quinn McKee
domingo, 7 de septiembre de 2008

|Salón|

- ¡Ostia! ¡Jareth Smith! -Quinn se tapó la boca al darse cuenta de lo que acababa de hacer- Con perdón. Así que tu eres el que está en ese grupo... que canta esa canción tan famosa de... y esa otra que se llama... Encantada de conocerte -sonrió y fue a levantar la mano para que se la estrechara, pero a medio camino tuvo la corazonada de que aquel hombre no iba a hacerlo, así que la guardó en el bolsillo.

Su atención regresó al hombre joven que le había recordado de qué conocía a Jareth. Le recordaba del tren, era el mago. Se lo había pasado bien viendo su espectáculo. Tras vacilar durante unos segundos decidió sentarse junto a Gabe. Quinn no pudo evitar reírse con el comentario de los perfumes.

-Chsss... te van a oír y entonces te rociarán con él en los ojos -continué la broma- Quinn McKee, pero con el grito de antes seguro que ya te has enterado. ¿Tú eres...? ¡Por cierto! Te aseguro que en esta casa hay algo que me da muy mal rollo. Tengo facilidad para crearme historias en la cabeza -comentó apesadumbrada- Esta noche no voy a pegar ojo, verás.

Etiquetas:



0 comentarios

Nicholas Absalon

En aquella casa me sentía fuera de mi lugar, pasaba de ver a los demas visitantes asi que me serví bien de alcohol y me fuí a dar un paseo, era una casa típica de un repipi, no podía reprimir las ganas de tocar todos los trastos que tenía a la vista.

Miré habitación por habitación, y me aguanté las ganas de acceder al ático, asi que volví al salón donde los demas seguían hablando de sus cosas y volví a tomar una ''copita'' junto al fuego.


0 comentarios

marcus atkins

Al lado de la chimenea, Marcus Atkins observaba con detenimiento a cada uno de los presentes en el salón de la misteriosa Abadía. Todavía recordaba lo que ponía en la carta que le habían enviado, casi ilegible a causa de la letra. Pero, a pesar de ello, había podido distinguir varias frases que le habían servido para llegar hasta Knight's Hollow.

Querido Marcus,

Han pasado tantos meses... reuníos conmigo en Knight's Hollow... es un lugar verdaderamente encantador... el veintiocho de Diciembre.

Siempre tuya,

C.C.

Había acudido a la llamada de su amiga sin pensarlo dos veces, aún cuando la carta había llegado tan solo con dos días de antelación. No importaba. La abadía hacía las delicias de cualquier hombre interesado por la arquitectura y el arte, y aquellas pequeñas vacaciones invernales le iban a sentar bien. Podría incluso divertirse; todo podía ser.

Se removió en el sillón, dando bocanadas de aire mientras fumaba de la pipa, notando el gusto amargo del tabaco en la boca, y miró al hombre que estaba sentado delante suya. Era un muchacho de no más de treinta años, nervioso. No tenía las manos quietas, y su mirada perdida en la hoguera le daba un toque desesperado.

- Chico, ¿te encuentras bien? -preguntó.

Volvió la cabeza rápidamente hacia el escritor.

- Me... me ponen nervioso los sitios tan grandes.
- Oh - se limitó a contestar Atkins.

Creyó recordar que se apellidaba Murdoch, pero no recordaba el nombre. Tampoco le dio tiempo a pensar mucho, pues Dunne Morgan apareció de la nada y se sentó en uno de los reposabrazos del sillón en el que Murdoch estaba sentado, con la libreta en la mano y una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro.

Desde que habían llegado a la casa, la periodista no había dejado de recopilar información. A Marcus no es que le molestara, pero seguramente alguno de los presentes podría crisparse a causa de la tensión que había en el ambiente porque el anfitrión, el señor Collins, no estuviera en el salón junto a sus invitados. Ni siquiera lo conocían, pero habían acudido allí, a aquel pueblucho perdido entre las montañas. Y aquello parecía intrigar a Dunne, pues como le había contado, Collins la había invitado para que hiciera un reportaje sobre todo aquello.

- ¡Señor Atkins! -lo llamó- Tiene usted que firmarme un autógrafo antes de que nos vayamos de aquí. Soy fan suya, ¿sabe usted?

Marcus apartó la pipa de los labios.

- Le doy mi palabra, señorita Morgan.

Amplió su sonrisa.

- ¡Estupendo!

Atkins miró a Murdoch. Parecía más nervioso desde que la pelirroja se le había acercado. Dudó en si despedir a Dunne poniendo la excusa de la chica que había entrado, pero ella ya había comenzado a hablar sobre la abadía y sobre libros de terror góticos que fácilmente podrían haberse inspirado en lugares como aquel. En aquellos momentos, comentaba detalles sobre asesinatos espeluznantes que Marcus había escrito en una de sus novelas, El Octavo Pecado.

- Y, ¡oh, señor Atkins! No sabe lo mal que lo pasé al descubrir que el asesino era...
- Shhh, señorita Morgan -la interrumpió-. No querrá destriparle el final al señor Murdoch. ¿Verdad? -preguntó, dirigiéndose al moreno, que lo miró vacilante.
- Eh... si, claro, claro.

Dunne bufó.

- Pues qué fastidio.

Atkins sonrió.

- No se preocupe, señorita Morgan. Le contaré todos mis secretos cuando estemos a solas.

Etiquetas: , ,



0 comentarios

Gabriel March
sábado, 6 de septiembre de 2008

Gabriel March.

|Abadía del Señor Collins|

Gabriel parecía uno de los más cómodos en aquel lugar. Mientras los demás lo observaban todo con curiosidad o recelo, tomaban notas o se quejaban de los servicios -o más bien, la ausencia de ellos- que se ofrecían, él se dedicaba a tamborilear con la yema de los dedos una melodía pegadiza sobre su sombrero, que reposaba tranquilamente sobre sus rodillas en un acto de educación. El viaje no había sido tan infernal para él como para otros invitados. Acostumbrado como estaba a moverse de ciudad en ciudad en todo tipo de medio de transporte para dar sus espectáculos, unas cuantas horitas en tren no le iban a quitar el ánimo. Además, había estado bastante entretenido junto a aquella estudiante de periodismo. Dunne se llamaba, si no le fallaba la memoria al mago. Juntos, habían sido el terror de todo aquel que intentara encontrar algo de paz y tranquilidad en el compartimento.  

Fue entonces cuando llegó el último invitado, aquel que fue repentinamente atropellado por una muchacha de cabello oscuro. Mientras que todos parecían tener interés en socializar con el primero, por alguna extraña razón la curiosidad de Gabe se centró en la mujer. Tan solo de escuchar sus susurros sobre el extraño ente que había detrás de aquella puerta, cualquiera podría pensar que estaba loca de remate. Pero él sospechaba que lo único que le ocurría es que estaba aterrada. No compartía ese temor, pero lo comprendía. Después de todo, estar en un lugar como aquel con tantos desconocidos podía llegar a ser realmente inquietante. 

- Claro que le tiene que sonar.- Intervino, con suavidad, una voz cerca de Quinn. El propietario de la voz, sonrió al aludido- Es Jareth Smith, ¿cierto? He usado varias de sus canciones para acompañar mis espectáculos. Sobre todo para los momentos de mayor tensión. Oh, dios. Vaya bocaza tengo. Ahora querrá cobrarme derechos de autor o algo por el estilo.

Rió, de buen humor. Regresó entonces su mirada a la asustadiza muchacha.   

- ¿No prefiere sentarse en el sofá? No debe de estar demasiado cómoda en esa silla. -Gabe palmeó el lugar que quedaba libre a su lado y esbozó una sonrisa tranquilizadora, la misma que podría ofrecerle a un niño asustado que saliera del público a ayudarle en alguno de sus espectáculo.- Tranquilícese, señorita.  No tiene de que tener miedo, no me la voy a comer. Ni yo ni nadie. Si permite mi opinión, lo único medianamente terrorífico que hay en esta abadía son los apestosos perfumes que llevan esas dos. 

Señaló con un gesto de cabeza a Carrie y a Alice, respectivamente. Mientras tanto, las manos de Gabe parecían haber hecho aparecer como por arte de magia una baraja de cartas españolas y no dejaba de barajarlas con la pericia y habilidad de alguien que parecía recién salido de un casino de las Vegas. 

Etiquetas:



0 comentarios

Quinn McKee

|Salón de la Abadía|

Quinn decide sentarse en una incómoda silla junto a la chimenea, todo lo lejos que puede de la puerta. Aún respira con dificultad por el susto, pero poco a poco su corazón vuelve a latir con normalidad cuando comienza a hacer ejercicios de respiración. Justo cuando coge aire la tal Alice se levanta para saludar a Shane y Quinn se olvida de expulsar el aire, por lo que se le hinchan los papos cual hamster. Alice empieza a pasearse por el salón y cuando llega a la altura de Quinn la cara de esta está morada como una berenjena. En ese momento justo Quinn echa el aire y se queda completamente a gusto.

- ¡Quinn McKee! -grita sin darse cuenta, porque tiene los oídos taponados por al presión- ...Eeeeh... me llamo Quinn McKee y soy enfermera.

No se levantó a estrechar la mano de los demás, prefirió quedarse donde estaba, era más seguro.

- Disculpe señor, ¿podría apagar el cigarrillo? Soy asmática -le dice a Jareth después de haber estado unos minutos en silencio- Por cierto, me suena de algo...

Etiquetas:



0 comentarios

Alice Loire


[Salón de la abadía del señor Collins]

Alice suspiró suavemente, mirándose la manicura francesa que relucía con la luz del fuego, y luego posó las manos sobre la falda de tubo del vestido negro que llevaba. Le lanzó una mirada fría al recién llegado y se levantó con delicadeza, llevando el pequeño bolso de mano consigo. Se acercó con la elegancia que la caracterizaba, atravesando las nubes de humo que uno de los invitados [Jareth Smith] estaba provocando y haciendo sonar los tacones sobre el suelo helado, y extendió una delicada y fría mano ante O´Toole.

-Detective...- saludó con una sonrisa gélida pero a la vez cordial -Alice Loire- le estrechó la mano con brevedad.-Si me disculpa...

Se giró con elegancia, consciente de que O´Toole la estaba mirando, y comenzó a pasearse por la estancia, examinando los cuadros con fingido interés. "Vaya... no está mal, se parece a una de las residencias de verano de papá. Me pregunto quién será el señor Collins..." pensó, avanzando lentamente "¿Por qué habrá invitado a gente tan variopinta? Una periodista adolescente, un detective, un escritor de novelas de terror... Luego hablaré con Aldo, tiene que saber algo. O quizá es más conveniente hablar primero con la mujer, parece algo tímida y asustadiza...". Sonrió.

Etiquetas:



0 comentarios

Elizabeth Green



ELIZABETH GREEN
|Abadía del señor Collins|




A Liz le fue imposible seguir mirando el fuego por más tiempo, ya que la llegada del último huésped del señor Collins parecía haber "despertado" a los demás, quienes estaban casi sedados por el largo e incómodo viaje, seguido de tan cómo salón. O quizás no, pensó al fijarse de nuevo en la señorita Morgan, una hiperactiva periodista pelirroja. Sin lugar a dudas, al menos es como se sentía ella.

Observó como Dunne atosigaba a preguntas al pobre hombre, que poco después se presentó como detectiva haciendo una pequeña broma, bastante bienvenida después de la intervención del viejo escritor. Ella misma recordaba tener un par de sus libros en su apartamento, probablemente los habría disfrutado en su momento, pero ahora ni se acordaba de ellos.
Sin embargo, era interesante como se diferenciaba su comportamiento con los de los huéspedes más jóvenes. No hacía tanto tiempo ellos mismos habían tenido su edad, y sin embargo ahora los más mayores eran como sosegados frente a los jóvenes.

Con un suspiro, Liz abandonó su cómodo sillón y sus divagaciones para presentarse al que, esperaba, fuera el último. Mientras se acercaba, una joven rubia entró disparada y chocó contra el detective, al parecer había llegado la primera y ya se sentía algo más a gusto con la mansión. O no, parecía asustada.

- En cualquier parte, Detective O'Toole. Elizabeth Green - se presentó profesionalmente, extendiendo una mano para que se la estrechara. Por el rabillo del ojo no perdío de vista su lugar junto al fuego, en el que había dejado su viejo bolso de cuero negro con sus pertenencias más valiosas.

Etiquetas:



1 comentarios

Shane O'Toole

|Abadía - Salón|

(fdi: he utilizado parte de la entrada de Dunne para interpretarlo sin perderme xD)

Shane mira a los presentes algo reticente, sobretodo al hombre que fuma. Le da mala espina y no ha dicho nada en respuesta a su saludo. Después su atención pasa a la chica rubia que parece tener pocas luces, pero no se centra en ella. Escucha una voz y dirige su atención al origen, es una mujer algo más mayor que los demás, parece saber lo que es tener educación. Shane contesta con otro "buenas noches". Ahora le toca el turno a un hombre más curtido, pero justo en ese momento un torbellino pelirrojo se acerca a Shane y comienza a disparar una ráfaga de preguntas.

- ¡Bienvenido a la humilde morada del señor Collins, señor...! Bueno, no importa -corta, antes de que Shane O'Toole pueda contestar- Yo soy Dunne Morgan -le estrecha la mano con una sonrisa en los labios-, encantada de conocerle. ¿Es usted el último invitado? ¿Sabe si habrá más? ¡Porque esto se está convirtiendo en una jaula de grillos!

- El último, si. Mmm... no se...

Dunne se acerca a Shane, poniendo la palma de la mano extendida al lado de la boca, de tal forma que solo Shane puede saber lo que dice.

- Sobretodo con Smith, que no deja de fumar. Entre usted y yo, es un poco rarito.

-Eh... si, un poco rarito.

La chica se separa y, con la sonrisa impenetrable, empieza a hacerle preguntas. Nombre, edad, de qué trabajaba... Pero las hace tan rápidamente que a Shane ni siquiera le da tiempo a contestar.

Es un monólogo constante que solo es cortado por la interrupción de otro de los invitados.

- Señorita Morgan, está ahogando al invitado con sus preguntas. Déjelo descansar; ha sido un largo viaje.

Dunne se gira. Al lado de la chimenea, hundido en uno de los mullidos sillones de terciopelo rojo y negro, un hombre de avanzada edad los mira con una pipa en la boca. Le hace un gesto con la cabeza a Shane a modo de saludo. La periodista se vuelve de nuevo hacia el recién llegado, poniendo los ojos en blanco.

- Si, señor Atkins -contesta, arrastrando las palabras-. Es Marcus Atkins -le explica a Shane, en voz más baja-, ¿lo conoce? El famoso escritor.

- Si... lo conozco -Shane mira a Marcus agradecido por haberle salvado de aquel huracán pelirrojo- He leído alguno de sus libros, realmente inquietantes... -Shane se vuelve a girar hacia Dunne- Apuesto a que eres periodista... Shane O'Toole, 53 años, investigador privado, pero no se preocupen, estoy de vacaciones.

Justo después de decir esto algo choca contra su espalda lanzándole hacia delante. Tarda un rato en recuperar el equilibrio y en darse la vuelta para ver quien ha sido. Para su sorpresa es una joven más sorprendida que él por el choque.

- Estoy bien, no ha sido nada. -miente mientras se frota la espalda- En serio, no ha sido nada -vuelve a levantar la vista, pero Quinn ya ha desaparecido de su campo visual.

Shane levanta una deja y se vuelve.

- ¿Dónde puedo sentarme?

Etiquetas:



0 comentarios

Quinn McKee


|Abadía - Salón|

Quinn camina por los pasillos toqueteando todo lo que ve. Es un lugar interesante, parece tener mucha historia, y a Quinn le encanta la historia. Finalmente decide que lo mejor es no entretenerse y volver cuanto antes al salón. Quinn había llegado la primera a la abadía, pero como había tenido la urgencia de ir al baño había salido del salón.

Tras pasar varias puertas por fin da con la del salón. La empuja con fuerza, pero la maldita no cede. Escucha un ruido a su espalda y se imagina que es un fantasma (es una chica muy paranoica), lo que produce que la adrenalina corra por sus venas. Coge carrerilla y vuelve a empujar, pero por desgracia Aldo abre la puerta desde el otro lado y Quinn entra como un perdigón chocando contra la espalda de Shane y el costado de Dunne.

- ¡Vaya! Lo siento. Había oído un ruido a mi espalda.. la puerta no se abría... -le dice a un dolorido Shane- Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento ¿estáis bien? -pregunta a ambos mordiéndose el labio inferior- Hola a todos. He llegado hace rato, pero había salido al baño. Soy Quinn McKee.

Tan nerviosa está que no espera la contestación de Shane ni la de Dunne. Se aleja de la puerta como si algo monstruoso fuese a entrar por ahí y contina susurrando que hay algo ahí fuera.

Etiquetas:



0 comentarios

Dunne Morgan

Dunne Morgan
Abadía

Dunne
tenía buen oído. Por eso, cuando escuchó como el portón de madera que era la entrada a la enorme abadía construída a base de piedra y esfuerzo se abría con un ligero chirrido, se levantó de un salto del sofá en el que había pasado el rato tomando notas de cada uno de los detalles del salón y de los huéspedes. Y es que, desde que aquel chofer que no soltaba prenda la dejara delante de la extraña y siniestra abadía, no había parado de hacer preguntas a todos los que se iban a alojar allí durante las tres semanas próximas. Algunas caras eran nuevas, pero otras las recordaba del tren. Por ejemplo, conoció a Gabe March, el mago, en el vagón en el que se habían pasado seis horas llenas de interminables bromas, risas y juegos. También estaba el tal Jareth Smith, que ahora se dedicaba enteramente a su cigarro. Y algunos más que, esparcidos por el salón, se entretenían como podían.

Aldo, el mayordomo, llegó al salón acompañado de un hombre que podría ser su padre. Sin pensarlo dos veces, la pelirroja voló hasta la entrada del salón y, con el bolígrafo a punto para escribir en la libreta, empezo a soltar una retahíla de palabras a la que Aldo, que pareció huir despavorido -o eso imaginó Dunne-, ya parecía estar acostumbrado.

- ¡Bienvenido a la humilde morada del señor Collins, señor...! Bueno, no importa -cortó, antes de que Shane O'Toole pudiera contestar- Yo soy Dunne Morgan -le estrechó la mano con una sonrisa en los labios-, encantada de conocerle. ¿Es usted el último invitado? ¿Sabe si habrá más? ¡Porque esto se está convirtiendo en una jaula de grillos!

Se acercó al hombre, poniendo la palma de la mano extendida al lado de la boca, de tal forma que solo Shane podía saber lo que decía.

- Sobretodo con Smith, que no deja de fumar. Entre usted y yo, es un poco rarito.

Se separó y, con la sonrisa impenetrable, empezó a hacerle preguntas. Nombre, edad, de qué trabajaba... Pero las hacía tan rápidamente que a Shane ni siquiera le daba tiempo a contestar. Era un monólogo constante que solo fue cortado por la interrupción de otro de los invitados.

- Señorita Morgan, está ahogando al invitado con sus preguntas. Déjelo descansar; ha sido un largo viaje.

Dunne se giró. Al lado de la chimenea, hundido en uno de los mullidos sillones de terciopelo rojo y negro, un hombre de avanzada edad los miraba con una pipa en la boca. Le hizo un gesto con la cabeza a Shane a modo de saludo. La periodista se volvió de nuevo hacia el recién llegado, poniendo los ojos en blanco.

- Si, señor Atkins -contestó, arrastrando las palabras-. Es Marcus Atkins -le explicó a Shane, en voz más baja-, ¿lo conoce? El famoso escritor.


0 comentarios

Carrie Buckley
viernes, 5 de septiembre de 2008

Photobucket

|En el Salón de la Abadía|

Sentada en uno de los enormes sofás de aquel salón se encontraba la joven Carrie, quien en ese momento cruzaba con parsimonía sus piernas, dejando entrever por la larga apertura de su falda parte de sus estilizadas piernas. Depositó sobre sus rodillas un minúsculo bolso de piel del cual sacó un también minúsculo espejo, en el que no tardó en mirarse. Poco después acompañó al espejo un kit de maquillaje de "Primeros Auxilios". Se sentía horriblemente mareada y asqueada tras aquel tortuoso viaje por lo que había parecido medio mundo y necesitaba recomponerse a base de maquillaje. Aún no entendía como había podido soportar estar durante horas en un tren que parecía anclado en el pasado y en el que no conocían en absoluto la expresión "Primera Clase". Se había visto obligada a compartir vagón con gente que no paraba de reír, de fumar y de hacer trucos de magia como si de una andrajosa taberna de pueblo se tratara, hasta tal punto que ella también había comenzado a sentirse vulgar. Esperaba que eso pudiera arreglarse con un poco más de brillo de labios.

Y es que volvía a retorcérsele el estómago solo de pensar que por un momento se había sentido como en casa al llegar a esa enorme mansión, incluso más grande que la de su padre. Le habían recogido sus dos maletas, todas llenas de ropa de marca, y su maletín de mano, en el cual había guardado sus zapatos. Se había sentido atendida, el centro de atención de todo aquello. Pero al entrar en el enorme salón volvió a la realidad. No estaba sola y no era, en absoluto, el centro de atención. Nadie parecía reparar especialmente en ella y tampoco nadie se levantó corriendo a pedirle con entusiasmo un autógrafo por sus películas. "Qué gentuza". 

- Al menos podría venir alguien a servirnos algo de beber. -Dijo, con aire crítico, mientras añadía algo de colorete a sus pálidas mejillas y se retocaba un mechón rebelde de pelo.- Por dios. Yo nunca permitiría que trataran a unos invitados míos de esta forma. Que vergüenza ajena.

No podía saberse con seguridad si hablaba para sí misma o para el resto de invitados. Fue entonces cuando la puerta se abrió por última vez y Carrie le dedicó al recién llegado una mirada escrutadora por encima de su espejo, el cual cerró de un solo golpe y lo volvió a introducir en su bolso. 

- Buenas. 



0 comentarios